MADRID, 19 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio liderado por la Universidad de Oxford (Reino Unido) ha hallado evidencia de que el beso evolucionó en el ancestro común de los humanos y otros grandes simios hace unos 21 millones de años, y que los neandertales probablemente también se besaban. Los hallazgos se publican en la revista 'Evolution and Human Behavior'.
El beso se da en diversos animales, pero plantea un enigma evolutivo: parece conllevar altos riesgos, como la transmisión de enfermedades, sin ofrecer una ventaja reproductiva o de supervivencia evidente. A pesar de la importancia cultural y emocional que tiene en muchas sociedades humanas, hasta ahora los investigadores han prestado poca atención a su historia evolutiva.
En el nuevo estudio, los investigadores realizaron el primer intento de reconstruir la historia evolutiva del beso mediante un enfoque interespecífico basado en el árbol genealógico de los primates. Los resultados indican que el beso es un rasgo ancestral en los grandes simios, que evolucionó en el ancestro de este grupo hace entre 21,5 y 16,9 millones de años. El beso se conservó a lo largo de la evolución y aún está presente en la mayoría de los grandes simios.
El equipo también descubrió que nuestros parientes humanos extintos, los neandertales, probablemente también se besaban. Este hallazgo, junto con estudios previos que demuestran que humanos y neandertales compartían microbios orales (a través de la saliva) y material genético (mediante el mestizaje), sugiere firmemente que humanos y neandertales se besaban entre sí.
La doctora Matilda Brindle, autora principal y bióloga evolutiva del Departamento de Biología de Oxford, informa: "Esta es la primera vez que se adopta una perspectiva evolutiva amplia para examinar el beso. Nuestros hallazgos se suman a un creciente conjunto de trabajos que destacan la notable diversidad de comportamientos sexuales que exhiben nuestros primos primates".
Para realizar los análisis, el equipo primero definió qué constituye un beso. Esto resultó complejo, ya que muchos comportamientos de contacto boca a boca se asemejan a un beso. Dado que los investigadores estaban estudiando el beso en diferentes especies, la definición también debía ser aplicable a una amplia gama de animales. Por lo tanto, definieron el beso como un contacto boca a boca no agresivo que no implica transferencia de alimento.
Tras establecer esta definición, los investigadores recopilaron datos de la literatura científica sobre qué especies de primates modernos han sido observadas besándose, centrándose en el grupo de monos y simios que evolucionaron en África, Europa y Asia. Esto incluía chimpancés, bonobos y orangutanes, todos los cuales han sido observados besándose.
Posteriormente, realizaron un análisis filogenético, considerando el beso como un rasgo y vinculándolo al árbol genealógico de los primates. Utilizaron un enfoque estadístico (denominado modelado bayesiano) para simular diferentes escenarios evolutivos a lo largo de las ramas del árbol, con el fin de estimar la probabilidad de que distintos ancestros también practicaran el beso. El modelo se ejecutó 10 millones de veces para obtener estimaciones estadísticas robustas.
El profesor Stuart West, coautor y profesor de Biología Evolutiva en Oxford, agrega: "Al integrar la biología evolutiva con datos de comportamiento, podemos realizar inferencias fundamentadas sobre rasgos que no se fosilizan, como el beso. Esto nos permite estudiar el comportamiento social tanto en especies modernas como extintas".
Aunque los investigadores advierten que los datos existentes son limitados, especialmente fuera de los grandes simios, el estudio ofrece un marco para trabajos futuros y proporciona a los primatólogos una forma de registrar comportamientos de besos en animales no humanos utilizando una definición consistente.
"Aunque besarse pueda parecer un comportamiento común o universal, solo está documentado en el 46% de las culturas humanas", destaca Catherine Talbot, coautora y profesora adjunta de la Facultad de Psicología del Instituto Tecnológico de Florida. "Las normas sociales y el contexto varían enormemente entre las sociedades, lo que plantea la cuestión de si besarse es un comportamiento evolutivo o una invención cultural. Este es el primer paso para abordar esa cuestión", deja como reflexión final.