Publicado 31/03/2023 04:05

Los nativos americanos ya montaban caballos en el siglo XVII

Petroglifo de caballo y jinete en el sitio de Tolar, ubicado en el condado de Sweetwater, Wyoming. Esta representación probablemente fue tallada por los ancestrales comanches o shoshones.
Petroglifo de caballo y jinete en el sitio de Tolar, ubicado en el condado de Sweetwater, Wyoming. Esta representación probablemente fue tallada por los ancestrales comanches o shoshones. - PAT DOAK

   MADRID, 31 Mar. (EUROPA PRESS) -

   Un rastreo de ADN en huesos arqueológicos de caballos de todo el Oeste de Estados Unidos revela que los pueblos indígenas ya habían desarrollado una cultura ecuestre en el siglo XVII.

   Los caballos poblaron el continente americano en tiempos remotos. Pero se extinguieron hace unos 10.000 años por causas desconocidas. España los reintrodujo a partir de su llegada a América y estos animales fueron reproblando el continente, tanto domesticados como salvajes. Las tribus nativas los incorporaron a sus sociedades.

   Utilizando prácticas tanto nuevas como establecidas de las ciencias arqueológicas, el equipo liderado por el profesor William Taylor, catedrático adjunto de la Universidad de Colorado, identificó pruebas de que los caballos eran criados, alimentados, cuidados y montados por los pueblos indígenas. Los resultados se publican en Science.

   Una fecha temprana de un espécimen de caballo de Paa'ko Pueblo, en Nuevo México, aporta pruebas del control indígena de los caballos a finales del siglo XVII, y posiblemente antes.

   La datación directa por radiocarbono de descubrimientos realizados desde el sur de Idaho hasta el suroeste de Wyoming y el norte de Kansas demostró que los caballos estaban presentes en gran parte de las Grandes Llanuras y las Montañas Rocosas a principios del siglo XVII, y de forma concluyente antes de la revuelta de los Pueblo de 1680. Estaba claro que había que corregir el relato más común sobre el origen del caballo moderno americano.

   Los análisis del genoma no sólo abordaron el desarrollo de la equitación en las Primeras Naciones durante las primeras etapas de la colonización americana. La evidencia de ADN, por ejemplo, sugiere que la mayoría de los caballos indígenas habían descendido de caballos españoles y los caballos británicos se volvieron más comunes en los siglos XVIII y XIX.

   Estos análisis demostraron que la ascendencia antaño dominante en el genoma del caballo se fue diluyendo con el tiempo, ganando ascendencia autóctona de linajes británicos. Por lo tanto, el cambiante paisaje de la América colonial quedó registrado en el genoma del caballo: primero principalmente de fuentes españolas y luego principalmente de colonos británicos.